Heredero de una de las sagas gastronómicas más importantes del Principado de Asturias, la familia Loya, propietarios primero del Félix y, después y hasta la fecha, del Real Balneario de Salinas, Javier Loya, recibió desde sus comienzos la doctrina de la gran atención en el restaurante: el respeto.
Da igual en sala, en cocina o en gestión, esta máxima, la del respeto es la que Javier ha impuesto en su visión: Deloya Gastronomía.
Empezó en la hostelería como se empiezan las cosas de verdad: desde abajo, fregando, pelando patatas, escuchando más que hablando. En casa no se hablaba de “emprender” ni de “branding”, se hablaba de atender bien, de no fallar a un cliente y de trabajar cuando toca. Lo demás vino después.
Hoy lleva las riendas de Deloya Gastronomía, una empresa asturiana con varios espacios para eventos y un equipo que se ha convertido en familia.
En sala se trata de atender bien, de no fallar a un cliente y de trabajar cuanto toca para conseguir que el resultado sea el que se espera. De prever todo aquello que pueda ocurrir y estar ahí, pendiente, con elegancia.
En cocina de cuidar los ingredientes, respetar el mejor producto que una tierra como Asturias y su mar Cantábrico ofrece al cocinero y de esforzarse en cada momento para que siempre, cada plato, salga de la cocina en el punto exacto.
A Javier Loya le gusta hablar de producto, no de trucos. De esfuerzo, no de fuegos artificiales. Y de Asturias, siempre. Porque todo lo que ha construido nace aquí: del mar, de las huertas, del saber hacer de su gente y de una visión emprendedora que, junto al equipo que forma Deloya Gastronomía, ha sido capaz de plasmar en cada uno de sus proyectos.